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La Unión Europea da un paso clave en el acuerdo con el Mercosur, pero todavía quedan varios obstáculos


Como anunciaba meses atrás la Comisión Europea, el 2025 puede ser el año del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea.

Casi 25 años después de las primeras negociaciones, la cumbre europea de este jueves emitió un atisbo de fumata blanca. Tras la reunión, el jefe del gobierno alemán, el democristiano Friedrich Merz, aseguró por sorpresa que los 27 dirigentes habían hecho un voto informal sobre el acuerdo y que el resultado había sido unánime a favor de una rápida ratificación.

En los últimos meses la Comisión Europea sopesó presentar el texto a los ministros de Comercio. Francia se resistía a aprobarlo, pero las semanas fueron pasando y en verano quedó claro que París iba a tener muy difícil reunir los votos necesarios para lograr una minoría de bloqueo.

La diplomacia española, que ha estado durante las dos últimas décadas apoyando el pacto sin importar quién gobernara en Madrid, no quiso echar las campanas al vuelo porque este jueves todavía veía resistencias.

También quiso frenar Antonio Costa, presidente del Consejo Europeo, el organismo que reúne a los jefes de Estado o de gobierno. El portugués, ex primer ministro, dijo que no se había votado. De hecho, los líderes no votan acuerdos comerciales, algo que queda para ministros o incluso embajadores.

Costa dijo en conferencia de prensa que no hubo ni voto, pero sí que había “pedido a los líderes que dieran a sus embajadores la orden de resolver los problemas técnicos que quedan en las traducciones para que se pueda firmar a tiempo”.

Pero las declaraciones de Merz, que respaldaron diplomáticos de varios países explicando que no había habido un voto formal sino una discusión en la que sí se mostró esa unanimidad a favor del pacto, muestran que las reticencias son menores y salvables.

El paso alemán, ya con todo a favor del acuerdo y con solo Francia, entre los grandes europeos, con reticencias, acelera el proceso. La cumbre cerró con el presidente francés Emmanuel Macron echando el freno y diciendo que no estaba todo cerrado, pero sin desmentir a Merz y asegurando que las cesiones hechas a los sectores agropecuarios europeos eran adecuadas.

Si los ministros votan en las próximas semanas (no tienen por qué ser los de Comercio, vale cualquier reunión de ministros europeos de cualquier ramo) y el texto sale adelante, el Parlamento Europeo podría tener que ratificarlo antes de finales de año y se abre la fecha del 19 de diciembre para su ratificación definitiva, tras casi 25 años.

Javi López, vicepresidente del Parlamento Europeo, de la familia socialdemócrata catalana, aseguró a Clarín que, aunque justa, la votación saldría adelante por una ventaja de entre 30 y 50 votos (la Cámara tiene 705). Es la misma diferencia que permitió hace un año revalidar en su cargo a Úrsula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

La firma podrían hacerla incluso los embajadores de los 27 ante la Unión Europea, bajando incluso así un poco más el peso político de la decisión, y de paso sacándola también de las tapas de los medios.

Fuentes diplomáticas de tres países del bloque, dos favorables al acuerdo y uno contrario, aseguraron estos días a Clarín que sí está todo hecho, pero que Macron (y algunos primeros ministros de países menores donde el acuerdo sigue viéndose como un peligro para sus sectores agropecuarios) necesita un poco más de tiempo para vender el acuerdo a su clase política.

Mercosur sigue siendo una de las niñas de los ojos bonitos de los europeos, sobre todo tras el advenimiento de la segunda administración Trump y su guerra arancelaria. El acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur sería el mayor acuerdo comercial del planeta por el volumen de intercambios y por la población que reúnen los dos bloques.

Europa sabe que llega tarde, pero aún quiere fijar sus banderas en los países del Mercosur, porque se juega decenas de miles de millones de euros en inversiones y porque China le ha ido comiendo partes de ese mercado en las últimas dos décadas.

Precisamente contra China se van endureciendo los europeos. Si China no estaba oficialmente entre los debates de esta cumbre, sí lo estuvo en las reuniones y en las declaraciones finales.

Hay dudas sobre cómo reaccionar ante una China que impone ahora restricciones a la exportación de tierras raras que la industria europea necesita como el aire. Por eso el propio Macron pidió el jueves que la Comisión Europea utilice por primera vez el mecanismo que llama “instrumento anti-coerción” si China no cede y realmente bloquea esas exportaciones.


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