Líderes europeos plantan a Gustavo Petro y no viajan a Colombia por miedo a Donald Trump


La política exterior europea siempre miró por el rabillo del ojo a Washington, pero este último año la situación empieza a ser humillante. Varios líderes europeos, entre ellos el alemán Friedrich Merz y la presidenta de la Comisión Europea, la también alemana Úrsula Von der Leyen, decidieron este martes cancelar su participación en la cumbre entre la Celac y la Unión Europea que empieza la próxima semana en Santa Marta, Colombia.
Una portavoz del Ejecutivo comunitario llegó a reconocer que Von der Leyen no iba porque habían suspendido su asistencia otros líderes, tanto europeos como latinoamericanos, pero la razón real es más humillante: el miedo a enfadar a Donald Trump, dispuesto a que la cumbre fracase. La cumbre es la continuación de la organizada hace dos años en Bruselas, organizada bajo presidencia española del Consejo de la UE y que tuvo una asistencia masiva.
Los europeos, salvo el español Sánchez, cómodo a la contra de Trump, tienen miedo al presidente estadounidense. La posición agresiva de Washington con Colombia, llegando a sancionar al presidente Gustavo Petro, les obligaría a tomar partido de acudir a la cumbre, algo que les da pavor por miedo a enfurecer al inquilino del Despacho Oval.
La posición oficial europea es que está dispuesta a trabajar con los países de la región y con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, pero que esta debe hacerse de acuerdo al derecho internacional y el principio de la integridad territorial de los Estados. De ahí no pasa la crítica a los ataques de las tropas estadounidenses a barcos supuestamente cargados de narcóticos.
La no asistencia de Von der Leyen a la cumbre va a demás contra la cacareada política europea de reforzar relaciones con otros bloques para zafarse de la presión comercial de Estados Unidos y China. Esa “autonomía estratégica europea” se basa, también, en tejer más alianzas con más países para reducir dependencias de las dos grandes superpotencias. América Latina en general es un socio prioritario en esa estrategia. Y con Colombia la UE tiene un acuerdo comercial desde hace una década.
El caso de Von der Leyen llama la atención por dos razones. En primer lugar, porque no debe representar la postura de uno u otro país, sino al bloque en su conjunto. Por eso a las cumbres con otros bloques regionales algunas veces acuden los 27 jefes de Estado o de Gobierno europeos, otras veces sólo un puñado y en ocasiones ninguno, pero ella siempre va porque es la cara visible del bloque. Esta vez no será así.
La Unión Europea estará representada por el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa. El también ex primer ministro portugués, socialdemócrata, tiene otra cosmovisión del mundo y entiende mejor América Latina que una Von der Leyen, alemana, que no ha mirado más a la región en seis años que ante la posibilidad de firmar acuerdos comerciales.
Von der Leyen es presidenta de la Comisión Europea desde finales de 2019. En sus primeros cuatro años nunca viajó a América Latina. El primer viaje lo hizo en junio de 2023 para reunirse con el presidente Lula da Silva con Mercosur como tema más importante sobre la mesa. En tres días le dio tiempo a pasar por Buenos Aires, Santiago de Chile y México DF.
El 18 y 19 de noviembre de 2024 volvió a Brasil para una cumbre del G20 y el 5 y 6 de diciembre de ese año viajó a Montevideo, donde encontró a los presidentes de Mercosur. Si todo va bien y a Donald Trump no le molesta, debería volver a Brasil la tercera semana de diciembre para firmar ese acuerdo.
Las humillaciones de Von der Leyen ante Trump no es la primera. El pasado julio acudió a su campo de golf en Escocia para aceptar que Estados Unidos impusiera un arancel general del 15% a lo que importaba desde Europa sin que el bloque europeo tomara una medida recíproca.
La razón oficial que esgrimieron los funcionarios europeos era que así evitaba una guerra comercial mucho más gravosa. Ceder ante la amenaza como política comercial y diplomática porque la alternativa puede ser mucho peor, vienen a decir los funcionarios europeos desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca.
La suspensión de este viaje se entiende desde el punto de vista político, pero provocó malestar en la diplomacia europea. Pero algunos diplomáticos cuentan en privado que tanta culpa tienen Von der Leyen y muchos gobernantes europeos como la mayoría de los presidentes de América Latina, a los que tampoco se espera en Santa Marta.
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