11 horas entre los escombros de una torre medieval y el peor final


Octav Stroici, de 66 años, obrero rumano, murió en la madrugada de este martes, apenas pasada la medianoche, en un hospital de Roma. Una movilización impresionante de bomberos, grupos especiales y aparatos traídos a través del corazón de Roma, muy cerca de la plaza Venecia había logrado llegar hasta él y extraerlo vivo tras pasar once horas enterrado en los escombros de la Torre dei Conti.
En la ambulancia sufrió un paro cardíaco, dramáticamente superado. En el hospital murió poco después de su llegada debido a una nueva crisis cardíaca. Toda Italia siguió el trágico drama, recibido con profunda congoja por la gente.
En la mañana, los bomberos llegaron pocos minutos después del primer derrumbe a la Torre de los Condes. Fue construida en el 1200 por un papa para su familia. Cuatro obreros de nacionalidad rumana habían penetrado en el edificio para las reparaciones, cuando desde lo más alto (27 metros) comenzaron a caer grandes pedazos.
A las 11:20 del lunes, una parte de la Torre, que estaba prácticamente abandonada, se derrumbó llenando la Vía de los Foros Imperiales de una gran nube de polvo marrón que provocó la huida de los miles de turistas que desde siempre pueblan las ruinas de la Roma imperial. Los testigos dijeron que había sonado «como una explosión».
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Así fue el momento en el que se derrumbó la Torre dei Conti por segunda vez
Tres obreros fueron rescatados enseguida, pero Octav Stroici quedó debajo de un montón de ruinas, prisionero, pero dando señales de vida que movilizaron a los bomberos, incluso con grupos especiales de rescate y operaciones complejas para crear un ambiente de aire inyectado que ayudó a mantener con vida al trabajador Octav Stroici, que alcanzaba a gritar «¡No, no!» para no perder el contacto con sus socorredores.
A las 12:50 se produjo el segundo derrumbe que terminó de convertir la tragedia en una noticia difundida a nivel mundial.
La necesidad de asegurar la respiración del obrero, que estaba allá abajo, prácticamente enterrado, hizo llegar poco después un Elephant, un medio para aspirar los restos y facilitar la penetración de las bombas de aire que creaban un ambiente respiratorio para el pobre Stroici.
El alcalde de Roma, que estuvo todo el día en el lugar, habló con el prefecto Lamberto Giannini que dijo: «El obrero ha sido puesto a salvo con oxígeno suficiente».
Muchos se preguntaban si los trabajos no habían contribuido a los derrumbes. Fabrizio Santori, un dirigente en la Asamblea Capitolina, dijo que «faltó continuidad en el monitoreo durante años de la Torre».
Ahora que Octav Stroici murió, pese a los esfuerzos por salvarlo, es evidente que algo no funcionó, pese a que los obreros y las empresas tenían mucha experiencia. El caso, que mantuvo a Roma y a Italia en una angustia cada vez más desesperada, terminó de la peor manera.
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