Antropólogo aportó testimonio clave sobre la utilización del río Paraná para desaparecer víctimas del Terrorismo de Estado

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El antropólogo Juan Nobile, coordinador del Nordeste del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), declaró ante el Juzgado Federal N° 1 de Resistencia en el marco de la causa que investiga la búsqueda de los cuerpos de personas desaparecidas durante el Terrorismo de Estado en el Chaco. Su testimonio también fue incorporado al proceso judicial por el Derecho a la Verdad en el caso de Carlos Enrique Tereszecuk.
Durante su exposición, Nobile realizó una reseña de las exhumaciones e identificaciones de Rómulo Artieda (2008), Julio Andrés Pereyra (2014) y Carlos Enrique Tereszecuk (2018), cuyos restos fueron hallados en tumbas NN del Cementerio de Empedrado (Corrientes). Los tres cuerpos habían sido rescatados de las aguas del río Paraná entre 1976 y 1977.
“Los tres cuerpos habían sido ingresados como NN en el cementerio de Empedrado y habían sido hallados en el río. Esto se reconstruyó a partir de testimonios de pescadores, registros de Prefectura Naval Argentina sobre hallazgos de cuerpos y los informes de los institutos médicos legales cercanos”, explicó Nobile.
El especialista detalló que los análisis forenses revelaron fracturas y lesiones perimortem compatibles con heridas producidas por armas de fuego, posiblemente de calibre 9 mm y fusiles automáticos livianos. También se hallaron restos de elementos utilizados para atar los cuerpos, lo que permitió establecer una trazabilidad entre personas desaparecidas que fueron ejecutadas, arrojadas al río y encontradas en las cercanías de Empedrado.
En relación al corte de las falanges de las manos, Nobile precisó: “Las autopsias realizadas por el EAAF evidenciaron amputaciones en los dedos, lo que ya estaba consignado en los informes de autopsia originales”.
Asimismo, el antropólogo remarcó que el uso del río Paraná como destino de los cuerpos formó parte de una estrategia sistemática de desaparición. “Es una hipótesis muy fuerte el hecho de haber utilizado el río como un medio para hacer desaparecer los cuerpos. Esto ocurrió no solo en Chaco, sino también en Misiones y Santa Fe, donde se registraron numerosos hallazgos de cuerpos flotando con las mismas características: ataduras, heridas de bala y signos de muerte violenta”, indicó.
Identificaciones en Empedrado
En una investigación impulsada por la Fiscalía Federal de Corrientes, el EAAF logró identificar a tres desaparecidos de Chaco y Corrientes cuyos cuerpos fueron recuperados del Paraná entre fines de 1976 y mediados de 1977. Presentaban las mismas características: estaban desnudos, atados de pies y manos, con heridas de bala en el cráneo o el pecho, cortes en el abdomen y amputaciones en las falanges.
Gracias a ese trabajo, fueron identificados y restituidos a sus familias Julio Andrés “Bocha” Pereyra, fusilado el 13 de diciembre de 1976 durante la Masacre de Margarita Belén; Carlos Enrique Tereszecuk, visto con vida por última vez en la Jefatura de Policía de Resistencia a comienzos de noviembre de 1976 y Rómulo Artieda, visto con vida en mayo de 1977 en el Centro Clandestino del Regimiento 9 de Corrientes.
Derecho a la Verdad
La Fiscalía solicitó el dictado de una sentencia que reconozca el Derecho a la Verdad, estableciendo que Carlos Tereszecuk fue secuestrado por razones políticas a comienzos de noviembre de 1976, detenido y torturado en la Jefatura de Policía de Resistencia, luego ejecutado y arrojado al río Paraná, y finalmente sepultado como NN en Empedrado.
El pedido se realiza ante el fallecimiento de los responsables de la Jefatura de Policía del Chaco en 1976 —los comisarios Carlos Thomas, Wenceslao Ceniquel y Lucio Humberto Caballero— y la imposibilidad de identificar a otros partícipes.
Los familiares de Tereszecuk solicitaron que el fallo garantice el derecho a la verdad como forma de reparación y contribuya a la reconstrucción de la memoria histórica.
Asimismo, la Fiscalía pidió que la sentencia reconstruya la sistemática del Terrorismo de Estado, que incluía la práctica de hacer desaparecer a las víctimas arrojando sus cuerpos al río Paraná, con un patrón común en las ejecuciones y condiciones de hallazgo.
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