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Julia Pereyra, la dama de los deportes – Sport Chaco

Julia Pereyra en la cancha de 12 de Octubre, cuando Sarmiento cumplió un ciclo invicto de 50 partidos.

Una historia de vida, que permitió formar una familia y hoy disfrutar de sus hijos y nietos.

-¿Cómo fue tu vinculación con el deporte?

-Los primeros contactos fueron en la escuela secundaria, y el atletismo fue lo primero que practique. Me incliné por el salto en alto. En una oportunidad que me acerqué al club Sarmiento en busca de una compañera de estudios, comenzaba una práctica. Claro, al verme con 1,80 metros los técnicos, inmediatamente me invitaron a participar. Uno de los entrenadores era de apellido Bentos, y el otro le decían “cabezón”, pero no recuerdo el apellido.

-¿Con quiénes compartiste en el club esos primeros tiempos?

-Estaban Guliano y su señora, Consuelo García y otras personas que apoyaban al básquetbol. Era la última etapa de la presidencia de Carlos Reiche. Todos hicieron lo posible para que me incorpore y pueda entrenar.

-Las condiciones para practicar se complicaban por la distancia donde vivías…

-Claro, vivía en una pensión en Villa San Martín y el club me quedaba lejos. Yo llegué para estudiar desde Colonia Elisa, porque ni allí ni en los alrededores había colegio secundario. Los entrenamientos terminaban tarde, alrededor de las 10 de la noche, y por aquel entonces no nos permitían andar solas. Los técnicos insistían en que querían una jugadora con mi altura, y entonces tras una reunión de los directivos, ellos se turnaban para llevarme y traerme para hacer las prácticas y en los partidos.

-¿Fuiste la primera jugadora con remís entonces?

-Seguro, no era común, pero bueno, eso me hizo sentir bien, segura y con ganas. Había otra muy buena jugadora y de buena altura como Irene Bravo, y con la que nos complementábamos muy bien.

-¿Cómo te fue en el club?

-Bien, desde un principio pude incorporarme al grupo, y fuimos conformando un excelente equipo, que tuvo un largo invicto, casi que éramos invencibles. Recuerdo un partido frente a 12 de octubre donde cumplimos 50 cotejos sin derrotas. Era bajo la presidencia de Julio García, y nos premiaron con un viaje a las Cataratas del Iguazú, que finalmente se hizo más corto, porque solo nos llevaron hasta Empedrado…

 

-¿Cómo entrenaban, cómo era el básquet femenino?

-Todos los días, menos los lunes. En una época anterior, hubo muy buen básquetbol y el Chaco con prestigio nacional. El equipo de nuestra provincia fue subcampeón en los Torneos Evita, de un evento ganado por Buenos Aires. En la época que yo me incorporé fue un renacer de la actividad, ya a fines de la década del 60 cuando distintos clubes se sumaron y se realizaban competencias locales. Entre otros equipos estaban Vélez Sarsfield, 12 de octubre, dos equipos de Margarita Belén, San Martín y Cooperativista, un equipo de Barranqueras y siempre se sumaba a los torneos El Tala de Corrientes.

-Fuiste la primera jugadora profesional de básquetbol…

-Sí, muchos no lo saben (risas) … El fútbol llevaba toda la atención y también la recaudación… Cuando terminé la secundaria, mi madre no me podía pagar los estudios, así que de vuelta al pago. Se lo dije a los dirigentes y me fui, estuve cuatro meses en Presidencia de La Plaza. Un día llegaron al pago Guliano, Seoane y sus señoras, para hablar con mi mamá. Volví a Resistencia con pensión paga, unos pesos para los gastos y trabajo en la secretaría del club. Pero se trataba de un pacto secreto, que no debía llegar a oídos de los jugadores de fútbol.

-¿Cómo era Sarmiento por aquellos años?

-Cuando Carlos Reiche se va de la presidencia, estaba la cancha de fútbol con tribunas de madera, donde hoy están las torres. La cancha de básquetbol era el piso de mosaicos, dos tableros de madera y nada más. Estaba orientado en sentido contrario a la que tiene hoy, es decir que los tableros daban espaldas a las calles Tucumán (hoy Perón) y Salta. La secretaría, muy chica, estaba entre ambas canchas. Ahí se produjo la llegada de Julio García que fue un boom en su momento, por los éxitos deportivos, la conducción que provocó un ingreso masivo de socios. Julio tenía todos los contactos en Buenos Aires y consiguió muchas cosas. Arregló las tribunas del fútbol, mejoró un poco la de básquetbol, la cancha de bochas y lo que fue el éxito para la época, el natatorio. Fue una gestión realizada a través de Enrique Kistermacher.

La otra pasión, el atletismo. Aquí practicando el salto en alto, en el Parque 2 de Febrero cuando era estudiante en el secundario.

-¿La pasaste bien en el atletismo?

-A mis siempre me gustó el deporte, y practicaba atletismo en el Parque 2 de febrero. Mi especialidad era el salto en alto. La estatura siempre te da una chance en el deporte, y me sentía bien en todos lados. Practiqué voleibol aunque por ahí no me fue tan bien. Tengo brazos finos y no tenía tanta fuerza…

-Aunque por ahí se ponían duros los partidos, como en Paraguay contra una brasileña, codo y codo…

-No, era tan enorme, que no la podía marcar. Así que la pisaba y no la dejaba saltar. Se enojaba tanto… Se quejaba al juez, pero como no podía se iba fuera de la llave, e igual metía y me miraba sobradora (risas).

-En Salta el equipo de Chaco fue sexto, ante grandes selecciones como Capital Federal, Buenos Aires, Entre Ríos… No fueron campeonas pero trajimos la reina…

-Me da un poco de pudor, pero fue un momento muy grato. No era la más linda del campeonato, porque había hermosas mujeres. Pero ocurre que muchas veces uno le cae bien a un pueblo, y así fue con los salteños. Ellos fueron mis acompañantes durante todo el torneo. El club Vial me dio una medalla de oro. Todavía no sé si porque fui reina o la mejor jugadora. Atrás solo dice el año. Tengo un recuerdo hermoso de ese campeonato. Fue un viaje terrible en micro, fuimos por Santiago del Estero. Llegamos todos empolvados.

-¿Hasta qué edad jugaste?

Fue hasta los 24 años, cuando me casé. Después me dediqué a mi familia…

-Fue con el vicepresidente del club… –

Sí, era Kelo Gronda (Raúl Alejo). Con él formé un hogar y tuve dos hijos, que ahora están viejos (risas), no sé qué es lo que pasa. Siempre los cargo a los chicos. Hermosos hijos que los amo con toda el alma, y que me dieron siete nietos, tres nenas y cuatro varones.

-En definitiva, ¿qué significó para vos el deporte?

Una luchadora de la vida, Julia Pereyra, disfrutando de su familia.

-Todo. La limpieza del alma, aprender a pelearle a la vida, no te olvides que me quedo viuda a los 37 años y tuve que mandarme a la vida, tener dos trabajos y no aflojar, donde no se podía perder. Siempre al frente, y creo que eso me lo dio el deporte.

-Un mensaje para los jóvenes…

-Que practiquen cualquier deporte, el que les guste más. Las chicas por ahí en nuestra época no teníamos oportunidades. A los 21 años me quisieron llevar a jugar a Paraguay y no me lo permitieron, y ni siquiera lo discutí. Era otra época. Dos veces estuve a préstamo en Olimpia, pero cuando quisieron que me instale en Asunción, no tuve permiso. Yo aconsejaría a los padres que acompañen a sus hijos.

«Todavía salto y brinco cuando estoy de buen humor», dice esta mujer que escribió una página en la historia del deporte chaqueña, aunque nacida en la capital correntina un 18 de diciembre de 1946, pero criada entre Colonia Elisa y un poco en Presidencia de la Plaza.


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