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Recordando a “Richi Soto, un talento del fútbol y de la vida – Sport Chaco

El recuerdo para un buen futbolista y mejor personal Ricardo Soto

 

 

Ricardo Soto fue un futbolista y técnico de rica trayectoria en nuestro fútbol, que dejó un recuerdo imborrable entre los que lo conocieron, no solo por su talento para jugar, sino también por su sensibilidad y buena persona. Partió de este mundo un día como hoy, 13 de junio, del 2011

Nació en el Barrio Central Norte el 21 de julio de 1951, y como no podía ser de otra manera, hijo de ferroviario, empezó a darle a la pelota en el potrero primero y en la vieja cancha de Colón y Franklin después.

Alto, espigado, de una imponente presencia en la cancha, muy jovencito llegó jugar en primera división en una camada que incluyó a Miguelito Meza, Bonfiglio y otros.

Con 19 años fue junto a Meza, de las figuras destacadas cuando enfrentó a Racing por la vieja Copa Argentina en 1970, en partidos que terminaron 0-1 y 3-3, pero que impactaron a los de la Academia, que hicieron lo imposible por llevárselo. Todos recordaban el golazo que le hizo a Gibaudo, “la estrellita” del momento en el arco de Racing.

Richi Soto, dudó mucho porque ya había arrancado sus estudios universitarios en Corrientes, donde años más tarde logró el título de Ingeniero Agrónomo.

Jugaba en la reserva del albiceleste, con pocas oportunidades en un gran equipo de primera que tenía Racing, donde entre otros estaban Chabay, Wolf, Basile, Rocchia, Squeo, Cárdenas, Adorno entre otros.

Luego llegó el regreso para terminar su carrera universitaria de Ingeniero Agrónomo, que más tarde encaminó su vida laboral como director de Paseos y Jardines en la Municipalidad de Resistencia.

Sin embargo, el fútbol que era su pasión lo llevó a jugar en Sarmiento jugando en excelente nivel y también en Municipales, donde también fue campeón como director técnico.

Una afección cardíaca lo llevó a una importante operación, que decían fue exitosa. Sin embargo, nadie sabe si lo más aconsejable era jugar al fútbol, pero él siempre se anotaba para los picados en el San José Obrero, los últimos años de su vida junto a sus hijos y sus compañeros de siempre, como Nelson Martínez y Ñeco Murguía, entre otros.

 

Me animaría a decir que murió en su ley, en una cancha y mientras hacía una gambeta. Aunque nunca me lo dijo, quizás como hubiese querido. Fue un 13 de junio de 2011.

Lo conocí muy joven, como habitante del barrio Central Norte y compartiendo sueños juveniles que apuntaban siempre a un país mejor.

    Ñeco Murguía, Ricardo Soto y Miguelito Meza       

 

Una foto familiar de hace 30 años con sus tres hijos

HUMANISTA

Cuando pensé esta nota, me preguntaba cuál podría ser la palabra que pueda definir a un ser tan noble como Richi. Un tipo fantástico dentro y fuera de una cancha, en familia, con sus amigos, con los desconocidos. Solidario y fraterno, siempre con una reflexión a cuestas, tratando de entender este mundo tan complicado.

No sé si será la mejor que encontré, por las variantes que puede tener su acepción. Sin embargo, me quedo con la de “humanista”. Si, Richi era un humanista.

Uno de sus principios básicos del humanismo es que las personas son seres racionales que poseen en sí mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien.

Desde un punto de vista filosófico el humanismo es una actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la persona.

Cada tema, cada hecho, cada dato, era por él debatido en profundidad, tratando de encontrar su significado y su verdad.

Richi era transparente, receptivo. Construyó un hogar junto a la querida Lila, donde todos se sentían cómodos. Familiares y amigos. Los chicos del Villa se pasaban mitad en el club y mitad en el vivero.

Era fanático del deporte y el fútbol su pasión. Se formó y jugó en Central Norte, fue refuerzo de Sarmiento en algún Regional y en Racing de Avellaneda. También dirigió a Municipales, y fue dirigente deportivo en Villa San Martín, donde sus hijos se formaron en el básquetbol.

Fue ganador en la vida, un triunfador de la amistad. No será fácil sobrellevar este mal trago. El amigo de las largas tertulias.

Luis Darío Molodezky

 


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