Así lo vivió el NEA: la Revolución de Mayo en tierras guaraníes

El 25 de mayo de 1810, en Buenos Aires, se conformó la Primera Junta de Gobierno, iniciando el proceso de independencia del Virreinato del Río de la Plata. Sin embargo, en regiones periféricas como el Nordeste Argentino (NEA), el proceso tuvo una recepción distinta debido a la distancia geográfica, la débil presencia colonial y la importancia de las comunidades originarias y estructuras locales.
¿Pero qué sucedía en Corrientes, Misiones, Formosa y Chaco mientras se gestaba la Primera Junta? A partir de una recolección de datos históricos, NEA HOY intenta responder esa pregunta.
Así se vivió la Revolución de Mayo de 1810 en el NEA
Corrientes: rápida adhesión y protagonismo local
Los documentos históricos de Corrientes coinciden en que la noticia de la Revolución llegó a Corrientes el 16 de junio de 1810. Ese día, el Cabildo local —ubicado donde hoy funciona la Jefatura de Policía— recibió las cartas de la Primera Junta y, tras deliberar, decidió aceptar su autoridad, aunque con la condición de no reconocer otro soberano que Fernando VII. La adhesión formal fue inmediata, pero en un contexto de tensiones crecientes entre criollos y peninsulares.
La ciudad tenía por entonces poco más de 4.000 habitantes. Criollos y españoles convivían en armonía relativa, aunque los peninsulares —que dominaban el Cabildo— se opusieron inicialmente al nuevo gobierno porteño. La adhesión de Corrientes marcó el inicio de cambios políticos profundos y el inicio de un largo proceso de redefinición del poder local.

El 22 de junio, apenas unos días después de aceptar a la Junta, se eligió al diputado que representaría a Corrientes en Buenos Aires. Con 23 votos, fue elegido José Simón García de Cossio, un destacado abogado ya residente en la capital, quien casualmente ese mismo día fue nombrado fiscal ante la Real Hacienda por la Junta. Corrientes fue así la primera provincia en enviar un representante.
Poco después, el militar correntino Elías Galván reemplazó al teniente gobernador español Pedro Fondevila. La provincia pasó a tener un rol clave por su ubicación fronteriza con Paraguay, que se mantuvo fiel al rey. Años más tarde, Corrientes formaría parte de la Liga de los Pueblos Libres liderada por Artigas y participaría de otros proyectos federales antes de sancionar su propio Estatuto Constitucional en 1821, redactado por el mismo García de Cossio.
Chaco: un territorio en transición y con fuerte presencia indígena
En el Chaco, el proceso revolucionario tuvo muy poca influencia directa. La región estaba habitada por pueblos originarios que mantenían una autonomía significativa y resistían la colonización efectiva. No existían cabildos fuertes ni élites criollas que se alinearan políticamente con Buenos Aires.

Chaco funcionaba como una zona de paso para realistas y un territorio estratégico, pero ajeno a las primeras decisiones revolucionarias. La presencia institucional era débil, y el protagonismo indígena marcaba la vida social y política local.
Formosa: entre la marginalidad y el impacto tardío
El actual territorio de Formosa formaba parte del Chaco, una zona de frontera con escasa estructura colonial y dominada por pueblos originarios como tobas, pilagás y wichíes. El impacto de la Revolución del 25 de Mayo fue mínimo en 1810, con un control estatal débil.

Sin embargo, las disputas entre criollos y realistas sí afectaron indirectamente a estas comunidades en años posteriores, con conflictos y desplazamientos.
Misiones: las huellas del pasado jesuita y el papel guaraní
Durante mucho tiempo, la historia oficial enseñada en las escuelas argentinas ignoró la participación y la realidad de regiones como Misiones, centrándose casi exclusivamente en lo ocurrido en Buenos Aires. Así, el relato de la Revolución de Mayo de 1810 se mostró como un hecho uniforme, dejando fuera a los pueblos que conformaban las antiguas Misiones, un territorio extenso que abarcaba parte del actual noreste argentino, el sur de Brasil, el Paraguay y el Uruguay.
Antes de esa fecha clave, de acuerdo a los documentos históricos de la provincia, el espacio conocido como Misiones estaba organizado en cinco departamentos: Yapeyú, San Miguel, Concepción, Santiago y Candelaria. Cada uno de ellos albergaba numerosos pueblos guaraníes, muchos con estructura de Cabildo y administración propia. Desde fines del siglo XVIII, el gobierno de estos pueblos fue alternando entre autoridades locales y decisiones tomadas desde Buenos Aires y Asunción, con figuras como Bruno de Zavala, Santiago de Liniers, Bernardo de Velazco y Tomás de Rocamora al frente de distintas etapas.
En 1810, al momento de la Revolución de Mayo, la situación era compleja: parte del territorio estaba bajo ocupación portuguesa desde 1801, y la región se encontraba dividida en jurisdicciones distintas. Sin embargo, los pueblos de Yapeyú, Concepción y Candelaria formaban parte activa del entramado político-administrativo del Virreinato. La rápida adhesión de Rocamora a la Primera Junta permitió que Misiones fuera reconocida como una Intendencia dentro del nuevo esquema institucional propuesto por el gobierno revolucionario.

Este reconocimiento político no fue compartido por todos. Desde Asunción, Bernardo de Velazco ordenó el desarme de algunos departamentos misioneros, mostrando su rechazo al nuevo orden. Así, mientras Buenos Aires consolidaba su relato revolucionario, en Misiones se vivía una realidad distinta: con comunidades organizadas, memoria propia y un protagonismo que recién en las últimas décadas comenzó a ser reconocido por la historiografía nacional.
25 de Mayo de 1810: una revolución incompleta y desigual
El proceso revolucionario fue desigual y regional. Mientras Buenos Aires y Corrientes se movilizaban con rapidez, Misiones adaptaba la revolución a su cultura guaraní, y Formosa y Chaco permanecían mayormente al margen.
La historia oficial muchas veces omite estas particularidades del NEA, donde la Revolución de Mayo tuvo un significado distinto y donde las comunidades originarias jugaron un papel central. Pensar la independencia desde estas miradas enriquece y complejiza la memoria nacional.
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