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más de 90 muertos, casas arrasadas y comercios reducidos a escombros


El tifón Kalmaegi dejó más de 90 muertos en Filipinas, mientras miles de habitantes regresaban este miércoles a sus casas arrasadas por las inundaciones.

«Las ciudades grandes fueron las más golpeadas, sobre todo las zonas urbanizadas», explicó Rafaelito Alejandro, subdirector de la Defensa Civil, en diálogo con una radio local.

La provincia de Cebú fue la más afectada: allí se recuperaron 35 cuerpos en un poblado costero anegado, lo que elevó el saldo provincial a 76 víctimas. En otras regiones se confirmaron 17 fallecidos más, con lo que el total nacional ascendía a 93 muertos.

«Las aguas ya bajaron, pero ahora debemos despejar los escombros que bloquean las carreteras», añadió Alejandro.

En las calles de Cebú, los vecinos comenzaron a limpiar lo que quedó: autos y contenedores arrastrados por corrientes de barro, viviendas destruidas y comercios reducidos a escombros. «El agua subió de golpe, no habíamos visto algo así nunca”, contó Reynaldo Vergara, de 53 años, mientras barría lo que quedaba de su tienda.

En solo 24 horas, antes de que Kalmaegi tocara tierra, la zona registró 183 milímetros de lluvia, más que el promedio mensual de 131, según la meteoróloga Charmagne Varilla.

La gobernadora de Cebú, Pamela Baricuatro, calificó la situación como sin precedentes. «Esperábamos vientos peligrosos, pero fue el agua la que realmente puso en riesgo a la gente», dijo.

Los expertos advierten que el cambio climático está intensificando la fuerza de los tifones, al calentar los océanos y aumentar la humedad atmosférica.

El tifón también provocó la caída de un helicóptero militar en la provincia de Agusan del Sur, donde murieron seis personas que trasladaban ayuda humanitaria a las zonas devastadas.

Kalmaegi abandonó Filipinas el miércoles al mediodía, rumbo al mar de la China Meridional, con vientos sostenidos de 130 km/h y ráfagas de hasta 180 km/h, según el servicio meteorológico nacional.

La Defensa Civil informó que la mayoría de las muertes se produjeron en Cebú, tras desbordes de ríos y deslizamientos que sorprendieron a los vecinos durante la madrugada. Cientos de personas debieron refugiarse en los techos de sus casas, donde esperaron a ser rescatadas.

La Cruz Roja Filipina recibió decenas de pedidos de auxilio. «Hicimos todo lo posible, pero hubo inundaciones repentinas imposibles de prever», reconoció Baricuatro en declaraciones a la agencia AP.

Desde Washington, la embajadora estadounidense MaryKay Carlson expresó sus condolencias y aseguró que su país «está listo para ayudar a los aliados filipinos».

Según las autoridades locales, las lluvias torrenciales se vieron agravadas por años de extracción de canteras que sedimentaron los ríos y por proyectos de control de inundaciones mal ejecutados. Baricuatro pidió una investigación por corrupción sobre esas obras: «Las personas responsables deben rendir cuentas», reclamó.

Cebú, una provincia de 2,4 millones de habitantes, declaró el estado de calamidad para liberar fondos de emergencia. La región aún no se había recuperado del terremoto de magnitud 6,9 del 30 de septiembre, que causó al menos 79 muertes y destruyó cientos de viviendas.

Más de 387.000 personas fueron evacuadas preventivamente antes del impacto de Kalmaegi. Se suspendieron los transbordadores interinsulares, quedaron varados más de 3.500 pasajeros y se cancelaron 186 vuelos domésticos.

Filipinas sufre en promedio 20 tifones por año, además de terremotos y erupciones volcánicas, lo que la convierte en uno de los países más expuestos a desastres naturales del mundo.

Mientras tanto, el centro de Vietnam se preparaba para recibir la tormenta hacia el viernes, con lluvias intensas y planes de evacuación ya en marcha.


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