Así es por dentro Santa María la Mayor, la Basílica en Roma donde será sepultado el papa Francisco

El papa Francisco fue muy austero durante toda su vida religiosa y así quiso también serlo después de muerto: con una tumba sencilla, en tierra, con sólo su nombre como cualquier simple mortal. Tampoco eligió ser sepultado en las sobrecogedoras grutas de la basílica de San Pedro, donde descansan los últimos papas, sino en la basílica Santa María la Mayor, en el centro de Roma, sellando su devoción a perpetuidad a la Madre de Jesús.
Es que desde antes de llegar al papado acudía a rezar ante el antiquísimo icono de la Virgen de Salud del Pueblo Romano y lo siguió haciendo como pontífice. De hecho, antes y después de cada viaje fuera de Italia iba a encomendarse y a agradecerle a ella. Más recientemente, al salir del policlínico Gemelli, tras 38 días de internación, fue a llevarle un ramo de flores y días después, volvió para rezarle.
Desde su fallecimiento, el lunes, obreros trabajan disponiendo el nicho de la nave lateral entre la Capilla Paulina, donde está la imagen de la Virgen de la Salud del Pueblo Romano y la Capilla Sforza, tapados por una pared de madera para evitar la mirada -y eventualmente los videos y fotos- de miles de fieles que comenzaron a acercarse al templo, entre vallas y celosos guardias que impiden acercarse.
Los deseos del papa expresados en su escueto testamento eran que quería ser sepultado «en la tierra, sea simple, sin un decoro particular» y solo señalado con una única inscripción: ‘Franciscus’, su nombre pontificio, en latín. Pero serán cumplidos a medias porque ahora se sabe que la tumba se completará con una reproducción en la pared de su crucifijo pectoral y la imagen del Buen Pastor.
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