El Papa Francisco quiere estar en la ceremonia del domingo de Pascua en el Vaticano: ¿Podrá?

En la vigilia de Pascua, la Iglesia vive el Sábado Santo con una ceremonia especial llamada “La hora de la madre”, dedicada a la virgen María. Las expectativas se concentraron durante buena parte del día al encuentro del vicepresidente norteamericano James Vance, un católico conservador que con su familia ha presenciado las principales ceremonias de la Semana Santa. Vance se entrevistó con el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin.
Por lo que trascendió, el vicepresidente Vance expresó su deseo de saludar al Papa, pero habría sido informado que debido a su enfermedad el pontífice no estaba disponible para una audiencia.
Los observadores destacan que este domingo de Pascua, el vice de Donald Trump estará presente en la plaza de San Pedro, en la que está previsto el mensaje de Francisco que leerá el cardenal Parolín, y probablemente el mensaje “Urbi et Orbi”, a la ciudad de Roma y al mundo, del pontífice.
Fuentes del Vaticano señalaron este sábado que Francisco quiere estar presente para dar la bendición, pero en sus últimas apariciones se lo vio todavía muy frágil y no está claro si finalmente podrá asistir a la ceremonia central en la Plaza San Pedro.
En caso de que el Papa y el vicepresidente Vance coincidan en la logia de la Basílica de San Pedro durante la celebración de la Pascua, podría favorecer un apretón de manos. Pero del tema no se habla en el Vaticano.
Vance ha demostrado varias veces sus discrepancias de conservador católico frente a las posiciones de la Iglesia. En una ceremonia pública, el vicepresidente criticó la decisión pontificia de limitar el uso de la misa en latín, un tema que divide a la Iglesia.
Pero las discrepancias mayores se produjeron por las críticas del Papa a la política de migraciones del presidente Donald Trump de repatriación forzada de extranjeros. Vance dijo que amor y compasión debían ser reservados ante todo a la propia familia y a la comunidad. El Papa rechazó esta posición en un mensaje en el que afirmó que el amor cristiano, por su naturaleza, debe ser universal y acogedor.
En la basílica de Santa María Mayor, el más grande templo católico del mundo dedicado a la adoración de la Virgen María, donde el Papa ha pedido ser enterrado cuando muera y no en las catacumbas vaticanas donde está la mayoría de los pontífices fallecidos, tiene lugar la principal celebración mariana vaticana que forma parte del Triudo Pascual.
La celebración se inspira en la liturgia bizantina que canta, frente al icono de la sepultura de Jesús, los lamentos de la Madre a su Hijo asesinado y su ansia de verlo retornar vivo entre lo muertos..
En esa hora suprema en el que todo parece terminado, explica la liturgia, es ella, María, la “Iglesia que cree” contra toda humana evidencia, y que espera contra toda esperanza.
Si el Viernes Santo es por antonomasia la “Hora” de Jesús, el Sábado Santo es “la Hora” de su Madre, la cumbre de su largo y fatigoso camino de fe, a los pies de la Cruz, en la que ella rezó asociándose al sacrificio de su hijo.
Solo con ella, con María, describe la litúrgia, se recoge la esperanza del mundo y por ello es la madre de la fe de los cristianos. Juan Pablo II escribió que “ella es la primera creyente, en la oscuridad que envuelve al creado. Ella se queda sola a tener viva la llama de la fe, preparandose a acoger el anuncio florioso de la resurrección”.
El Papa Francisco le reza así en un mensaje: “Virgen y Madre María. Tú que has permanecido firme delante de la Cruz con una fe total y recibiste la consolación de la resurrección…obtiene ahora un nuevo ardor de resurgidos para llevar a todos el Evangelio de la vida que vence la muerte”.
El Sábado Santo es dedicado al silencio y la oración pero hay ciudades y pueblos en los que se celebran especiales ritos. Es un día de luto, dedicado a la penitencia y al recogimiento. Las iglesias están escurecidas y recorridas por un silencio mortan, señala la liturgia. En estas horas “ninguna celebración eucarística es celebrada.
El Evangelio según San Lucas recuerda que el primer día de la semana, temprano en la mañana algunas mujeres fueron al sepulcro y lo encontraron vacío. Dos hombres se presentaron ante ellas y les preguntaron “¿Por qué buscan entre los muertos a aquel que está vivo? No está aquí, ha resurgido”. Alegría, es domingo y la Pascua de resurrección.
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